Capítulo 2
Un
día llegó al pueblo una familia campesina, Alejandro el más pequeño, tropezó
con Isabel y ambos cayeron al suelo, él sintió que se le venía encima el mar y
corrió a los brazos de su padre, volteó la cabeza y vio a ella levantarse como
si nada hubiese pasado y marcharse en dirección a su casa, a partir de entonces
soñaba con Isabel todas las noches, siempre a orillas del mar, seguía sus pasos
huella tras huella, solo escuchaban el venir de las olas y el palpitar de sus
corazones, después de caminar por la arena se sentaron en una roca y observaban
las estrellas, él le decía que le gustaría tener una de esas estrellas, la pondría
en una caja de cristal, ella le contestó que ya poseía una en su corazón, por
eso palpita y nos da vida, Alejandro para comprobar si era cierto, se puso la
mano en el pecho y exclamó, claro, ¡tengo un mundo por descubrir!, dicho esto
se despertó, miró a su alrededor y se dio cuenta, que solo era un sueño.
A
medio día salió al patio, se sentó en la grada y se puso a pensar en la nada,
así mismo se decía, si no existieran las estrellas, los planetas ni nosotros;
trataba de no sentir su cuerpo, de pronto su mente se parecía al mar,
observaba el movimiento de sus pensamientos como las olas que golpean la
arena, luego poco a poco venía la calma y se veía ser una gota de agua tranquila
y serena. Después de varios minutos en la tierra y una eternidad en el océano,
volvió en sí, su madre salió a su encuentro, le puso la mano sobre su cabeza, como
estaba caliente por el sol, le tomó del brazo y lo llevó a su habitación, durante
la tarde trataba de saber qué le había pasado desde el momento que tropezó con
ella, ya no era el mismo, travieso y juguetón, no podía entender por qué le
venían a la mente imágenes del mar y con cada ola sentía estremecer su alma, todos
los días esperaba con ansias que llegara la noche para poderla ver en su mundo
astral, sabía que sus encuentros se estaban convirtiendo en un ritual, una
necesidad vital, en cambio en el mundo terrenal apenas se veían de lejos, la
diferencia social de sus familias se lo impedían, a él no le importaba, le era
suficiente soñar con Isabel.
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