Capítulo 22
Transcurrieron
cinco meses, Isabel cumplía dieciocho años y no dejó que pasara ni un segundo
más, llamó a Alejandro para decirle que ya tenía confirmado el vuelo de regreso,
le dio todos los datos para que fuera al aeropuerto a esperarla. Durante esos cinco meses, él había
asistido a la facultad de medicina, estaba a punto de concluir el primer semestre,
ese día salió un poco más temprano de la Universidad para ir a su encuentro, a
la hora y media de haber llegado, aterrizaba el avión, veinte minutos después
ambos se fundían en un abrazo, él le decía que nada ni nadie les volverá a
separar y aprovechó de pedirle matrimonio, lo que más quiero en este mundo es
ser tu esposa, trabajaremos y estudiaremos añadió Alejandro, ella le manifestó
que vivirá con su tía mientras resuelven dónde habitarán estando casados, a
continuación se dirigieron a su casa donde le presentó a él diciéndole que es
su prometido y que muy pronto piensan casarse, Mercedes al ver su vestimenta,
se dio cuenta por qué actuó de esa manera su hermano y les aconsejó que deberían
tomarse con más calma sin precipitarse, que el matrimonio es un asunto muy
serio, a lo cual ella respondió que en Alejandro se veía ella misma, hay una
fuerza que nos une, puesto que tenemos los mismos sentimientos y los mismos
ideales por conquistar, él añadió, que si don Ramón cree que estoy con su hija
por su fortuna, muy bien puede desheredarla, porque nuestro único tesoro es la
felicidad y esta no se compra con dinero. Mercedes conmovida por lo que escuchaba,
les ofreció su ayuda, que contaran con ella para lo que fuera, que es muy
bonito ver a una pareja que defiendan su amor a capa y espada, luego les
preparó una tortilla para que comieran, siguieron platicando unas horas más, él
debía marcharse, tenía que terminar de hacer unas tareas sobre osteología. Por la noche
Isabel llamó a su casa para avisarles, que estaba en la capital donde su tía,
contestó su madre al teléfono, se saludaron y ella le preguntó por qué la había
dejado en Miami y regresó sin avisarle, esta le respondió que solo se limitó a
obedecer lo que su padre le encomendó, pero será mejor que hablemos de esto personalmente
en cuanto vengas a casa, ella le anticipó que no piensa volver, que está muy molesta
de lo sucedido, entonces Inés decidió viajar al día siguiente.
Una vez en la capital le
decía a su hija, que su padre solo desea lo mejor para ella, a lo cual preguntó,
¿qué es lo mejor para mí?, tu bienestar contestó su madre y que te cases con un
hombre de tus mismas condiciones sociales, así podrás exigir todas las comodidades
a las que estás acostumbrada a vivir, ¿aunque no seas feliz? replicó ella, Inés
sin saber que contestar, comenzó a explicarle que ella todavía no tenía la edad
suficiente ni la experiencia para entender muchas cosas, siendo jóvenes lo que
soñamos es muy distinto a la realidad, Isabel respondió que no es tan diferente,
lo que pasa es que los mayores dejan de soñar y hacen que la realidad sea contraria
a los sueños de su juventud, así es cómo truncan sus ideales, dime mamá ¿eres
feliz con mi padre?, Inés nuevamente no supo que responder, al darse cuenta, que
su hija ya no era una niña y que había madurado lo suficiente, la tomó de las
manos y se sinceró con ella diciéndole, no sé en qué momento has crecido y
estás segura de ti misma, me alegro mucho por ti, sabes lo que quieres y estás
dispuesta a luchar por lo tuyo, en cambio, yo fui cobarde, solo obedecí las
órdenes de mis padres, me decían que tu papá era el mejor partido para casarme,
ahora te confieso que vivo en una jaula de oro, no puedo tomar decisiones por
mí misma, y te diré que no soy feliz con la vida que llevo, madre nunca es
tarde para alcanzar la felicidad, no hay que buscarla por fuera, ningún hombre
o ninguna mujer por muy buenos que parezcan podrán darnos felicidad, porque
tendrán su lado oscuro que puede amargarnos la vida, la felicidad hay que construirla
día a día en nuestro mundo interior, con conocimiento, haciéndonos más humanos,
las cosas malas que nos pasan son por culpa de nuestra ignorancia, Inés acarició
las mejillas de Isabel diciéndole, gracias hija, tus palabras me reconfortan,
estaré a tu lado apoyándote, pero considero que es temprano para que te cases, deberías
esperar terminar la carrera que has elegido seguir, si madre, pero mi corazón
me dice que tengo que estar a su lado, juntos saldremos adelante, trabajaremos
y estudiaremos si es necesario, su madre al ver que tal decisión estaba
decidida, le ofreció su ayuda económica, que abriera una cuenta en el banco,
que le depositaría mensualmente una determinada cantidad de dinero, lo suficiente
para que pudiera alquilar un apartamento y otros gastos adicionales, ella se lo
agradeció, además le prometió que le avisaría apenas decidan la fecha de su boda,
esta le aconsejó que él fuera a ver a tu padre para pedirle tu mano, aunque se
negara, así habrás cumplido con nuestras tradiciones, está bien mamá contestó.
Al poco rato llegó Alejandro, quería conocer más de cerca a la madre de su
prometida, se puso a conversar con ella, Inés le preguntaba a él, ¿en qué momento
se había enamorado de su hija?, desde que era un niño supe que ella ocuparía un
lugar importante en mi corazón, ¿y tú, hija?, no sé exactamente, creo que hace
poco, te acuerdas que te pedí me ayudaras para alimentar a los niños de la calle,
ella contestó que sí, que no era capaz de hacer nada sin la autorización de
Ramón, bueno dijo Isabel, desde ese día pensé en Alejandro, sabía que era el
único que podía hacer algo por esos niños y logramos crear una fundación con la
ayuda de algunas empresas que colaboran económicamente, todavía no puedo creer
que mi padre se haya negado cuando se lo pedí. El trabajo que hemos realizado
con la fundación es lo que nos ha unido más y eso es lo que nos hace felices,
Inés se puso contenta de todo lo que decían, ahora estaba más tranquila porque
veía que ambos irradiaban felicidad, les invitó a almorzar en un restaurante
cercano a la casa de Mercedes.
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